viernes, 26 de marzo de 2010

Visión Humana y Fotografía

La visión humana es un fenómeno que ha inquietado a los pensadores occidentales desde hace varios siglos, más cuando el sentido de la vista se ha erigido como la principal guía del hombre de conocimiento de la realidad, subordinando los otros sentidos a las representaciones que este genera. Ciertamente se puede refutar que esto no es del todo cierto, y que incluso puede ser una apreciación ideológica, pero no podemos negar que el problema de visión ha sido central en la filosofía y ciencia de occidente. Se considera que la visión produce un conocimiento más certero y fiable, y la sabiduría popular lo expresa muy bien cuando se afirma “ver para creer” y frases por el estilo.

Cada momento ha tenido una forma específica de explicar el fenómeno de la visión, que se corresponde a la estructura del pensamiento de los sistemas de creencias dominantes y al funcionamiento de los medios de apropiación y control de la realidad. No me detendré a hacer un recorrido por la historia de la visión humana ya que excede el propósito de este escrito. Específicamente me interesa de forma general, y más en sentido interrogativo, como con la llegada de la fotografía en el siglo XIX la explicación del fenómeno la visión humana da un giro importante.

En efecto, el modelo de funcionamiento de la cámara fotográfica se ha comparado al del ojo, y la retina aparece como una superficie fotosensible que recoge los rayos de luz y los graba en la conciencia de forma similar a como lo hace la película fotográfica. Sin embargo este tipo de analogías son solo sostenibles en parte, y la relación entre la fotografía y el ojo tiene unas implicaciones históricas más profundas.

Jonathan Crary muestra como la cámara oscura sirvió de modelo a lo largo del Renacimiento, y más tarde en los siglos XVII y XVIII, para explicar la visión del ojo humano y, a su vez, para fabricar los más diversos utensilios y máquinas de dibujar. Tal como señala este principio, ver consiste en la percepción por medio de la retina de los rayos de luz rebotados de los objetos formando las imágenes invertidas del exterior en el fondo de la retina. La cámara oscura “se convirtió en un modelo, obviamente elaborado de maneras diversas, de como la observación llega a observaciones fidedignas sobre el mundo externo”. Para la mentalidad moderna representada en personajes como Locke y Descartes que buscaban una certidumbre absoluta del mundo “la cámara es compatible con el intento de encontrar el conocimiento de una visión puramente objetiva del mundo... La apertura de la cámara corresponde a un punto único, matemáticamente definible, desde el cual el mundo se podría deducir y representar lógicamente... se trataba de un aparato que garantizaba el acceso a una verdad objetiva sobre el mundo”.

Este modelo se correspondía muy bien con el pensamiento empirista que concebían la mente como una tabula rasa en la cual se iban grabando los conocimientos que llegaban por los sentidos, y por tanto la cámara oscura equiparada a la visión humana, permitiría demostrar como la percepción visual produce un conocimiento fidedigno. Los modelos de funcionamiento mecánico-lineales desarrollados a partir del siglo XVII iban produciendo aparatos y a su vez pensamientos acordes a estos. En consecuencia se concebía que las imágenes que nos formamos provenían directamente de la realidad, pasando por el sistema mecánico del ojo para luego grabarse en la mente y producir un conocimiento certero del mundo.

A principios del siglo XIX, que coincide con la invención de la fotografía, ocurre un giro radical en la explicación del funcionamiento de la visión humana. Según Crary, se produce una subjetivación de la percepción visual: “el cuerpo con toda su densidad fisiológica, aparece en el terreno donde la visión se produce”. Esto desplazaría la confianza que se tenía en el ojo como productor del conocimiento verdadero. A su vez, desde los inicios de la fotografía se pensó que esta podía producir una copia directa de la realidad. Según esto, una foto representa el mundo exterior con más exactitud que el ojo humano, gracias a la ampliación del detalle y la nitidez que se oculta al ojo en el devenir de la persistencia retiniana.

La captación del instante, pone en evidencia lo que Benjamín más tarde llamaría el inconsciente óptico, es decir todas esas verdades visuales que están ocultas al ojo humano y solo se hacen consientes a través de la cámara fotográfica. “Sólo gracias a ella [a la fotografía] tenemos noticia de ese inconsciente óptico, igual que del inconsciente pulsional sólo sabemos gracias al psicoanálisis”. El dispositivo superaría entonces al órgano en su capacidad representativa y en cierta manera lo sustituiría. Weston también es portavoz de esta idea al afirmar que el papel de la fotografía es "revelar la esencia de lo que está frente al objetivo con tal claridad de percepción que el espectador puede llegar a encontrar la imagen recreada más real y comprensible que el propio objeto".

Sin embargo, hoy no tenemos esta misma opinión sobre la relación directa entre realidad e imagen fotográfica. Como dice Flusser la fotografía codifica los estimulo provenientes de la luz de una forma determinada para convertiros en imágenes. Y esto siempre de una manera interpretativa donde se sintetizan los conocimientos científicos provenientes de la teoría molecular y óptica. Aunque en términos visuales la imagen se corresponda efectivamente con lo que vemos en la realidad, esto resulta ser una forma de representación de como la química y la física entendió y puso en práctica los descubrimientos ópticos y moleculares. Además, desde una perspectiva menos tecnificada, también podríamos decir que en toda foto interviene la subjetividad del fotógrafo y la carga socio-cultura que le es propia. Incluso, como dice Sontag, las decisiones de que fotografiar y como, insertan la fotografía más en el terreno de la interpretación que de la reproducción. El mundo de la fotografía es un mundo de conceptos y por tanto un mundo codificado, no directo.

El problema de la fotografía como huella de lo real está presente en la teoría contemporánea sobre las imágenes técnicas. ¿Es realmente la fotografía un certificado de existencia? ¿Existe una relación directa entre fotografía y realidad, de forma que podemos confiar plenamente en lo que esta nos muestra? Desde el comienzo se consideró que la fotografía fue una ruptura en la historia de la cultura, ya que a diferencia de otras formas de representación, como la escritura o la pintura donde el objeto se nos presenta como símbolo interpretado, esta nos muestra los hechos y las cosas tal como fueron. Este imaginario recorrió todo el siglo XIX y el XX, y aún circula en nuestra conciencia, aunque de forma más reservada. El crítico y artista español Joan Fontcuberta también cuestiona a lo largo de su obra la aparente correspondencia que existe entre fotografía y verdad, mostrando a través de ejemplos y de sus propias imágenes como la fotografía es un artificio, una distorsión de la realidad que sirve para la manipulación en los ejercicios de poder. La creencia en la fotografía como medio fidedigno comienza a ponerse en duda y cada vez más la concebimos como una representación que traiciona la realidad.

Vemos entonces como se desplaza la verdad del ojo a la imagen fotográfica. Esta última se convierte en una prótesis de la visión que aumenta sus alcances, y la ciencia misma se valdría de este instrumento para afinar el detalle de sus observaciones como para explicar el funcionamiento mismo del ojo. Hoy en día ya no pensamos, ni para el ojo ni para cámara, como valido el modelo de relación directa y precisa entre el estimulo lumínico y la representación. Esto sin embargo, como ya señala Crary ya se venía produciendo en relación a la visión, y tienen que ver con la modernización de la visión implícitas en las teorías desde principios del siglo XIX. Goethe contribuyo notablemente a esta modernización en su “Teoría de los Colores”, que cuestionaba el modelo mecánico para proponer un explicación del fenómeno de la visión como una interacción entre el estimulo y el sujeto, lo cual implicaba una participación activa del cuerpo en la construcción de las representaciones. En este mismo sentido Kant un poco antes afirmaba que existen unas categorías del pensamiento que preorganizan la información sensorial. Estas ideas inaugurales desembocaron en los estudios sobre psicología de la percepción, y más actualmente en los estudios del cerebro, lugar donde finalmente se unificarían los procesos de la percepción.

Hoy en día con la aparición de la tecnología digital y toda su posibilidad de sintetización, control y manipulación de las imágenes el modelo de relación directa entre fotografía y realidad también entra en crisis. En efecto, ya no se posible creer que las fotos o las imágenes técnicas derivadas de esta nos proporcionen un conocimiento fiable sobre el mundo. Si bien ya lo intuían algunos pensadores e incluso muchos fotógrafos, el carácter interpretativo y simbólico de toda imagen técnica no pertenecia al imaginario de la opinión común. El mismo Barthes con el “esto ha sido” reiteraba esta posición.

La tecnología digital ha permitido además simular las percepciones y extender las posibilidades de esta. Mcluhan ya había dicho como las tecnologías son unas extensiones de las facultades y órganos humanos. Esto nos podría llevar a decir que le funcionamiento de la cámara digital actualmente se parece más a la manera en que se comporta la visión y su relación con el cerebro (o por lo menos como se explica esta relación en las neurociencias). Esto no quiere decir que sean iguales, pero si comparables en términos teóricos y desde una perspectiva sistémica. Obviamente en el cerebro existen procesos muchos complejos de emoción, comunicación, creación, selección y olvido que posiblemente ningún aparato puede simular. Incluso en términos mecánicos se ha demostrado que el ojo difiere en gran medida de la cámara fotográfica. Para poner un solo ejemplo, el grado de nitidez del ojo es solo de dos grados sobre un mismo plano, mientras que la imagen fotográfica presenta nitidez en todo el encuadre. Igual podríamos decir de las posibilidades de recorte y detención del movimiento, operaciones imposibles de realizar por el ojo.

Sin embargo persisten unas relaciones entre los modos de explicación de la cámara digital y la visión humana que no podemos pasar por alto. Actualmente el fenómeno de la visión y su relación con el cerebro es explicado en los siguientes términos: después de atravesar el complejo sistema óptico se produce la transformación de la luz, " los conos y bastoncillos recogen el estímulo visual y lo transforman, mediante complejas reacciones bioquímicas, que componen la retina. Así, por medio de procesos bioquímicos o eléctricos, se produce el efecto de la sinapsis”. Al respecto Llinas afirma que “las neuronas en vez de ir intercambiando información unas con otras, en conectividad celular (sinapsis) para formar las imágenes, lo hacen de una forma diferente: todas las neuronas encargadas de transmitir percepciones, envían simultáneamente, desde donde estén cargadas eléctricamente, pero no al unísono, sino que tiene que haber algo que las registre o las lea... En este punto interviene un barrido, tipo radar del cerebro, que se encuentra en el tálamo, en el núcleo intralimar". Es el barrido el que hace la unión de la información desde las distintas partes de la corteza que se ocupan de los diferentes sentidos, lo cual implica un proceso no lineal sino funcional de los componentes de la visión y el cerebro. Lo que se deriva de esto es que "la parte subjetiva del color no existe fuera, el color es una relación entre el tipo de radiación y lo que el cerebro hace con él; el color es una propiedad del sistema nervioso y no una propiedad física... Concluimos entonces, que colores, sonidos, olores y sabores son construcciones mentales creadas en el cerebro por el procesamiento sensorial y que no existen como tales por fuera del cerebro”.

Aunque la fotografía análoga y digital comparten el principio en que la luz atraviesa un medio un óptico (refracción), y además la manera en que los rayos de luz son controlados en su intensidad, la manera en que las frecuencia de luz son registradas e interpretadas cambia fundamentalmente. En la fotografía análoga sucede un proceso químico en el cual las moléculas de los haluros de plata reaccionan en proporción a la intensidad y frecuencia de la luz, para producir las características visuales de luminosidad, contraste y color en la imagen fotográfica. Por su lado en la cámara digital la película de reacción química es reemplaza por un sensor electrónico que se encarga de recoger la información proporcionada por la luz para luego ser codificada y procesada. El sensor de esta imagen está compuesto por millones de pequeños semiconductores de silicio, los cuales captan los fotones (elementos que componen la luz, la electricidad). A mayor intensidad de luz, más carga eléctrica. Estos fotones desprenden electrones dentro del sensor de la imagen, los cuales se transformarán en una serie de valores (datos digitales) creando un píxel. Pero que esta transformación sea posible en el sensor se produce un proceso de aplicación de los electrones que los integra después de un barrido para convertirlos en datos numéricos y ser almacenados. Podríamos decir que la imagen en la cámara digital no se forma en la recepción bruta del sensor (energía dispersa), sino en su interacción con el procesador, que es donde el color y las demás características visuales se relacionan de acuerdo a la configuración del dispositivo.

Podemos encontramos unos puntos en común de la explicación neurocientifica de la visión y el funcionamiento de la cámara digital. La forma en que son abordas las relaciones entre los componentes lumínicos y procesuales de formación de imagenes son similares en su estructura general. Y esto, a mi parecer, porque la explicaciones de las neurociencias toman como modelo la cibernética, en consonancia con los medios que produce este esquema de pensamiento. Así como en siglo XIX la cámara fotográfica sirvió de modelo de explicación de la visión humana, hoy la cámara digital, que es justamente un aparato más complejo, funcional y procesual se acerca más a la visión holística del cerebro y los sentidos.

Esto no significa necesariamente que la tecnología y su funcionamiento condiciona la comprensión del mundo, sino más bien que tecnología y los esquemas de pensamiento conviven mutuamente. Algunos autores lo plantean como si la tecnología se reproyectara en la conciencia del mundo, o en otro términos como si se produjera una alienación de las propias herramientas (los esquemas con que creamos son los que nos sirven para pensar). Ciertamente la fotografía análoga y la sensibilidad de la película ya no es modelo de explicación apropiado para la visión humana, pero en cierta manera sirvió en su momento. Y esto por ambos se inscriben en una espíteme determinada que produjo sus propias tecnologías y formas de comprensión. Para Michel Foucault la espíteme es la estructura subyacente, y por ello, inconsciente, que delimita el campo del conocimiento, los modos como los objetos son percibidos, agrupados, definidos.

Hoy asistimos a una espíteme distinta con un modelo mas sistémico, relacional y menos lineal del pensamiento. Nuestras tecnologías responden también a este modelo más complejo de funcionamiento, y por lo tanto más adecuado a la manera como explicamos y comprendemos el mundo. La cámara oscura ya no es adecuada para explicar nuestra situación epistémica, pero en su momento lo hizo. Incluso Platón, aunque en un sentido negativo, en el mito de la caverna (esa gran cámara oscura) uso este modelo de representación para el cuestionamiento sobre nuestras representaciones sensoriales y la manera en que estas nos engañan sobre el conocimiento del mundo. Las cámaras digitales son cada vez más inteligentes, y sin intentar reducir el cerebro humano, también estas analizan y procesan la información a través de sistemas cibernéticos. Esto en un sentido restringido, ya que no crean información en el mismo modo que el sistema humano. Sin embargo, la capacidad de los aparatos se amplía cada vez mas convirtiéndose en dispositivos inteligentes y autónomos con la posibilidad de automatizar procesos complejos de traducción de la luz, a través del cómputo en imágenes sintéticas. Dependiendo del usuario pueden un producto creativo o simples memorias del aparato.

Este escrito, como ya había dicho, se presenta más como una serie de interrogantes sobre la dirección que toma la tecnología y como se relaciona esta con nuestra manera de comprendernos. Obviamente, en el fondo, es una manera de interrogarnos sobre la veracidad de nuestras representaciones mentales y perceptivas, que cambia en relación a las transformaciones culturales. Este hecho cuestiona la posibilidad de permanencia de las teorías y las tecnologías, y pone entre dicho la mitología de la verdad y el origen. Para nosotros mismo la tecnología al igual que el sistema humano se nos presentan como una caja negra a la cual solo nos acercamos desde diferentes enfoques epistémicos.

Bibliografía

Yates, Steve (ed.). Poéticas del Espacio. Editorial Gustavo Gili. Barcelona, 2002

Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. Siglo XXI. Buenos Aires, 2205

Bruce, Vicky. Percepción Visual. Paidos. Buenos Aires, 1992

Crary, Jonathan. Techniques of the observer. The Mit Press. Cambridge, 1996

Benjamín, Walter. Pequeña historia de la fotografía. Valencia, Pre-Textos, 2005.

Goyes, Julio Cesar. Horizontes de la comunicación visual contemporánea. Especulo N 22

Flusser, Vilem. Una filosofía de la fotografía. Síntesis. Madrid, 2001

Fontcuberta, Joan. El beso de Judas. G.Gili. Barcelona, 1997

Mcluhan, Marshall. La comprensión de los medios como las extensiones del hombre. Diana. México, 1969

Sontag, Susan. Sobre la fotografía. Alfaguara. Bogotá, 2005

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